- La torpeza, por Betialai
No puedo estar más de acuerdo.
Enorme tarde de El Cid. Gran demostración de que no hace falta ni pinturería, ni artificio ni magia para salir a hombros con mucha verdad y mucha ley. Un ejemplo: ni una chicuelina, ni una manoletina ni nada que le separara del toreo fundamental. Sin duda una de las mejores corridas de la temporada española.Javier Villán apostilla en el mismo diario:
Y sin leyenda, es el torero más puro de estos momentos. El Cid y el toro duro, los victorinos sobre los que ha alzado su épica a menudo genial. Celebro la onda expansiva de mi quite sobre el tomasismo (subversión) y el tomismo (religión). Aún queda tela que cortar. Mientras, justicia para El Cid: tarde grande con seis victorinos de mucho respeto; El Cid sin leyenda, sin intelectuales cortesanos ni carisma. Boceto para un posible mito: El Cid, torero maldito, la moral alta del perdedor genial; miedo al triunfo. Y, pese a todo, en la cumbre.Enlaces añadidos:
Siempre me lo he preguntado: ¿cuántas veces entran los toros en los cajones de curas a lo largo de su vida? ¿Qué trauma supone para ellos ser inmovilizados en un cajón mientras les hacen todo tipo de cosas?
Los de las fotos que nos enseña Agustín Hervás en su bitácora han entrado al cajón, al menos, dos veces más que los demás: una para que les pongan las fundas en los cuernos, y otra para que se las quiten.