20 octubre 2009
Maniobrando
En cuanto a José Tomás, suscribo de cabo a rabo lo que dice Antonio Díaz en su blog. En lo que respecta a Taurodelta, ¡fuera de una vez!
16 octubre 2009
Petardo en Zaragoza
11 octubre 2009
¿La Gran Final o el Gran Final?
¡Ja! Permítanme que me ría...
Van a tener razón los que dicen que la Fiesta va a desaparecer por sí sola, por falta de relevo generacional. Ni los tres novilleros que han llegado a esta Gran Final, ni la ganadería propietaria de los animales que se lidiaban, eran dignos de un festejo de la pretendida categoría de este.
Especial reflexión debe hacerse sobre lo ocurrido con el hidrocálido Mario Aguilar y con otros toreros mexicanos, como El Payo, que suelen causar una magnífica impresión cuando llegan a España por su entusiasmo, la variedad de su toreo y el desparpajo con que actúan. Entonces se les arriman los taurinos españoles y no sé qué les hacen, pero se adocenan y pierden todas las virtudes que traían del otro lado del charco. Mario Aguilar se ha convertido en un vulgar pegapases, en un destajista, en un torero plúmbeo al que no hay quien aguante; sin embargo no es peor que Javier Cortés o Miguel Hidalgo, españolitos ellos, y especialistas a estas alturas de su carrera taurina en dar la paliza al respetable tanto o más que el mexicano.
A esos tres novilleros de pitiminí, que deben tener ya finca, ganadería y media docena de haigas cada uno, les cupo en suerte enfrentarse en la primera plaza del mundo a una novillada muy desigual de hechuras y descastadita, pero de beatíficas embestidas toda ella. Un encierro "colaborador", para que me entiendan los taurinos profesionales, que fue espantosamente lidiado por unas cuadrillas ineptas con la anuencia de sus jefes , que no sé si no se enteraban de nada o es que no les daba la gana trabajar. ¡Qué desidia! ¡Qué impresión de dejadez ofrecían los de luces!
¿Estos novilleros, estos ganaderos y estos empresarios son los que tienen que asegurar el futuro de la Fiesta? El último que apague la luz.
09 octubre 2009
José Tomás entrega 200.000 euros a varias ONG catalanas
Se puede ser un pésimo torero pero una gran persona, como Manolo; un gran ganadero y un deleznable ciudadano, como Juanito... El caso es que las obras que se realizan en el ámbito personal no son directamente proporcionales en bondad con el mérito profesional; eso no debe confundirnos nunca.
Sin embargo yo hoy me siento orgulloso de que un torero contemporáneo, se llame como se llame, haga lo mismo que las antiguas figuras de época: ponerse al lado de los semejantes que sufren, apoyándolos económicamente en lo posible. Eso ahora lo llaman solidaridad, pero siempre se ha llamado bonhomía.
Nota: He leído la noticia, firmada por la agencia EFE, en El País.
07 octubre 2009
Malos mengues te camelen
05 octubre 2009
O tempora, o mores!
No tenía mala pinta la Feria de Otoño cuando se anunció. Había una novillada de una ganadería interesante que suele dar juego en Madrid, con novilleros de ciertas garantías; dos corridas de toros de hierros mal llamados duros -en contraposición a los blandos, que éstos sí lo son-, y otra de reses habitualmente facilonas para matadores "artistas" con un añadido galo. Sobre el papel todos contentos, sin que antes de la feria se haya oído una sola voz ni leído una frase en contra de la planificación de la feria.
Luego los novillos salieron modorros, la de Palha mala -sí, eran toros, pero malos y de saldo- y la de Núñez del Cuvillo tontorrona y anovillada, con triunfo regalado del "no-artista". Nos quedaba Victorino, y con sus toros la decepción total. Hace tiempo que este hombre abandonó a la plaza que le encumbró: salió a por tabaco y no ha vuelto todavía.
La corrida de ayer, aparte de lidiarse con un remiendo de Carriquiri que hizo sexto, fue una sucesión de sardinillas flojuchas e indignas de la trayectoria ganadera de su criador y, por supuesto, de esta plaza. El tercero fue devuelto por inválido, y el feo sobrero de Julio de la Puerta que salió en su lugar parecía su padre. Solamente el quinto tuvo la presencia que debe exigirse a los toros de Victorino Martín en Madrid. En cuanto a juego, el segundo y el quinto fueron alimañas y, si llegan a tener poder, es posible que a estas horas estuviésemos lamentando algún serio percance.
No puedo meterme con los matadores hoy porque los tres estuvieron dignos, y Urdiales más que eso. Poco o nada más podía hacerse con ese material, y no es cuestión de pedirles que se jueguen la vida de forma temeraria. El toreo no es tal cosa.
Así que, como decíamos, la feria que parecía buena hace quince días ha devenido en petardo a la hora de la verdad, y la mayor parte de la culpa la ha tenido el ganado y quienes lo han escogido. Si en las ganaderías anunciadas no quedaban toros para Madrid a final de temporada, haber presentado otras corridas. Cualquier cosa menos defraudar a quienes esperaban corridones de Palha y de Victorino, y se han encontrado con dos fiascos antológicos.
Unos amigos franceses, viajeros impenitentes, me decían ayer que no piensan volver a hacer un solo kilómetro para ver una corrida de Victorino Martín. Llevaban tiempo dando vueltas a esa decisión, y ayer fue la gota que colmó el vaso. Vista la trayectoria de esta ganadería en los últimos años, es evidente que no merece la pena tomarse la molestia de hacer un viaje para ver sus toros.
04 octubre 2009
Madrid, en caída libre

Nada de lo anterior ocurrió. Antes bien, se lidiaron bovinos de aspecto anovillado y fuerzas casi siempre inexistentes, dóciles como perrillos falderos, que por lo visto no fueron del agrado de Julio Aparicio ni del de Morante de la Puebla. Ambos habían comenzado su actuación de forma prometedora, pero no tardaron mucho en venirse abajo.
Al tercero de la tarde, un torezno impresentable de hechuras y más inocente que una novicia ursulina, no lo picaron y por eso correteaba alegre, sin duda con ganas de jugar, mientras Castella le hacía la faena estándar. Sí, esa de los pases cambiados por detrás al inicio -valen también estatuarios-, a los que se añaden infinitos derechazos y naturales citando fuera de cacho y metiendo pico a base de bien. Remató con una estocada rinconera y aquello fue el delirio. El presidente concedió dos orejas que fueron protestadas por unos pocos, y el común de los espectadores pidió la vuelta al ruedo para los despojos de aquel proyecto de toro de lidia. Pero ni Castella había pegado un solo pase como mandan los cánones -ni uno, oiga, se lo juro-, ni el toro había hecho otra cosa que corretear mirando a chiqueros y tomando la muleta con nobleza.
Del cuarto al sexto más de lo mismo, pero sin orejas. Un asco de festejo. Los taurinos intentaron fastidiarme el día otra vez pero no lo consiguieron porque Bego me había invitado antes a un espectacular cocido montañés, y después de los toros estuvimos disfrutando en el Patas del espectáculo de Juan Ramírez. Eso sí que es arte.
Nota: La fotografía es de Lupimon